domingo, 22 de noviembre de 2015

DURMIENDO CON EL ENEMIGO

DURMIENDO CON EL ENEMIGO

No salimos de nuestro asombro. Se nos ocurren cantidad de frases hechas para definir la “buena nueva” pero sobre todas una que define esta situación a la perfección: “Durmiendo con el enemigo”.
Y así es como nos encontramos después de que en Santurce se haya llegado a un acuerdo entre la principal Asociación de Discapacitados de la ciudad y el Ayuntamiento de la villa para burlarse de la Ley y con ello vulnerar los derechos de las personas con discapacidad.

¿De que va la cosa?

Pues que el Ayuntamiento de Santurce y la Asociación de Discapacitados Adisa de la misma ciudad han llegado a un acuerdo para que el primero haga la “vista gorda” y permita que los comerciante que tienen barreras de acceso a sus negocios puedan poner una rampa de quita y pon cuando sea requerida por el discapacitado desde la calle y los segundos pongan cara de “pobrecitos” y digan que sí, que se conforman con las migajas de la accesibilidad.

¿Pero porque esto no puede ser así?

Primero porque lo dice la Ley
Segundo porque lo exige la razón y la dignidad de las personas con discapacidad
Tercero porque ya estamos hartos de tener que ir pidiendo permiso para vivir y, de ser así, siempre tendríamos que llevar algún “esclavo” que entrase al establecimiento para avisar que “hay un cojo en la puerta que quiere entrar”, llueva, truene o salga el Sol.

No tiene bastante esta Asociación con estar de acuerdo con este despropósito si no que encima ya ha encontrado proveedor de estas rampas que, muy concienciada la empresa con el tema, va a aplicar un espléndido descuento a los comerciantes que opten por comprar una rampita para su negocio. ¡¡Uhm!!

¿Y que va a ocurrir con los bares y restaurantes que no tengan aseos adaptados?

Podemos permitirles una nueva vuelta de tuerca a la discriminación de las personas con discapacidad y que sea el camarero quien nos ofrecerá gentilmente una copa, no para beber sino para que en un rincón del bar, cara a la pared, podamos desahogar nuestras necesidades biológicas. ¡Que más da, si los representantes de los discapacitados lo permiten¡

Para mear y no echar ni gota.


Juan Romero Lucena Sin Barreras

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